lunes, 8 de noviembre de 2010

LAS EXPECTATIVAS

Todos nosotros tenemos infinidad de expectativas respecto a los estímulos que nos rodean. Un nuevo trabajo, nuestros amigos, un viaje, una reunión de negocios, la pareja, etc.

Las expectativas suelen estar asociadas a la posibilidad razonable de que algo suceda (siempre y cuando exista algún elemento que las sustente).
Normalmente están asociadas a una situación de incertidumbre; es decir, una expectativa es una "suposición".

Bien, hasta aquí todo normal, todos tenemos expectativas respecto a gran cantidad de situaciones a lo largo de nuestra vida, pero ¿cómo influyen estas suposiciones en nosotros?

El hecho de formarnos expectativas puede valorarse tanto de forma positiva como negativa.
Las expectativas que exigen algo de nosotros mismos (aquellas que podemos controlar) suelen ser positivas y satisfactorias, puesto que además de motivarnos nos llevan a recompensas.
Sin embargo, las expectativas que nos formamos sobre los demás (aquellas que nosotros no podemos controlar) suelen llevarnos a desengaños, desilusiones, y situaciones negativas.

¿Por qué sucede esto?

Cuando formamos expectativas que nos atañen a nosotros mismos, solo nosotros somos los responsables de que estas expectativas se cumplan, Por ejemplo, cuando realizamos un examen.
En cambio, cuando las expectativas formadas son respecto a los demás (familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo, etc.) nosotros no somos los responsables de que nuestros "más bien deseos" o "suposiciones" sean tal y como queremos.
El hecho de formar expectativas que implican a los demás, en muy pocas ocasiones suele ser satisfactorio para nosotros. Es muy difícil que un compañero de trabajo realice un proyecto tal y como nosotros queremos, o tal y como nosotros lo haríamos. ¡Y no digamos nada de los amigos o la pareja!. ¿A quién  no le ha pasado que un amigo no ha cumplido sus expectativas? ¿Y nuestra pareja, cumple siempre nuestras expectativas?

Es muy difícil que las personas que nos rodean actúen tal y como nosotros esperamos, por ello en multitud de ocasiones nos decepcionamos. Pero ¿nuestra decepción es culpa de los demás?, o sin embargo ¿son las expectativas que nosotros hemos formado?

Evidentemente, es nuestra creencia la que nos encarcela a esperar recibir lo que deseamos. Y esa misma creencia la que nos lleva a un estado de frustración cuando no lo recibimos.

Uno de mis trabajos personales, últimamente, es el de intentar formarme expectativas que solamente sean mi responsabilidad. Así, si no las cumplo podré mirar que ha pasado e intentar resolverlo para que sean satisfactorias la próxima vez.
No pienso dejar que el hecho de formarme ideas preconcebidas de los demás me decepcione.
No quiero que una creencia me encarcele.
No quiero esperar a comprobar si la reacción de alguien cercano es la correcta.
He aprendido que cuando doy algo lo hago porque quiero, porque me apetece, no por la recompensa que vaya a recibir de los demás o para ver si cumplen mis expectativas.
Ahora estoy intentando ser libre de las responsabilidades de los demás.

Solo soy responsable de mí. Y eso me hace más libre.

Cread vuestras responsabilidades. Cread vuestras expectativas, no las de los demás.

2 comentarios: